Las Limosnas
Tengo por principio no dar limosnas a nadie, por varias razones, la principal de ellas, es que como a mi no me regalan la plata y para ganármela me toca trabajar (y a veces mucho), entonces no tengo porque regalarla. Pero además de eso, también considero que hay gente que se acostumbró a vivir de la caridad de la gente y renunció a la posibilidad de trabajar para garantizarse su propio sustento y el de sus hijos, y ni que hablar de los pobres menores de edad abusados y explotados, a quienes por mucho pesar que inspiren, no puede uno darles dinero, pues es evidente que con eso solamente se estimula al adulto que está tras ellos para que continúe con su explotación y abuso.
Es esta una práctica que me ha acompañado por años, creo que nunca en mi vida he dado limosnas, y hoy me he puesto a pensar en el origen de este prejuicio, podrá ser tal vez por que desde muy pequeña he escuchado historias acerca de los "limosneros" tradicionales del pueblo, esto es, comentarios del tipo: "aquel señor que pide limosna, en tal esquina, es dueño de X casas en X pueblo", y otros similares, de todo esto me queda la impresión de que aquellos sujetos que cotidianamente acuden a la caridad del público para su subsistencia, son en su mayoría farsantes, además de flojos y conchudos.
Recuerdo que hace algunos años, cuando era estudiante, cerca al conjunto donde vivía había un señor que cuidaba de los carros que la gente parqueaba en la calle, y así se ganaba sus propinas, este señor se caracterizaba por ser muy amable y atento con los vecinos, y en varias ocasiones nos veía llegar con paquetes del mercado, o con maletas de viaje y se apresuraba a colaborarnos con la carga, así se ganó cierto cariño de todos los vecinos y era muy común que le diéramos algunas monedas a cambio de su colaboración... tiempo después, lo vi en un especial del canal capital confesando que se ganaba al día entre 20 y 30 mil pesos (en 1999), que con esa plata pagaba una noche en una pieza que le costaba 2 mil diarios y el resto se lo metía en basuco!!!, que no necesitaba comprar comida por que los vecinos le regalaban sobras, y así podía destinar el 99% de sus ingresos a las drogas. A partir de ese día decidí no volver a darle mi dinero a nadie sin razón aparente, es que es realmente frustrante trabajar para sostener el vicio de los demás.
Sin embargo, no deja uno de reconocer que existen situaciones de excepción y que puede uno en alguna ocasión encontrarse con alguien que realmente necesite de nuestra colaboración, y termine uno negándose haciendo pagar a justos por pecadores, pero realmente es difícil distinguir entre unos y otros, máxime en la actualidad, cuando cada día son más las personas que se dedican a la mendicidad.
Para la muestra un botón: hace más o menos un mes se encontraba mi madre en un paradero de buses, cuando se sentó a su lado una anciana, quien inmediatamente le buscó tema, se pusieron entonces a hablar del clima, del país, del tráfico, hasta que la anciana preguntó a mi madre cual era la ruta que esperaba, mi mamá le devolvió la pregunta y la anciana le contó una historia super triste, acerca de una enfermedad que padecía en la cadera, y cómo habían tenido los vecinos que llevarla de urgencia a un hospital cercano, y la habían dejado allí sin dinero, y como ella vivía sola se veía obligada a irse caminando hasta su muy lejana casa... ante semejante historia mi madre conmovida le regaló $2.000 y en ese momento pasó su bus, así que dejó el paradero y continuó mirando a la anciana por la ventana, y vio con sorpresa como un señor más joven se acercó a la anciana y está le entregó los 2.000 pesos que acababa de recibir.
Así las cosas no le queda a uno más remedio que esperar que el día que alguien se acerque solicitando una colaboración realmente necesaria pueda uno reconocer la sinceridad del interlocutor y colaborarle, pues finalmente, yo si creo en la solidaridad de la raza humana.
Etiquetas: Anécdotas
2 Comentarios:
De acuerdo. Por principio, yo tampoco doy limosna, porque sé que quien pide limosna dólo dejará de hacerlo cuando deje de recibir y entonces, quizás, se decidirá a trabajar.
Mira que casualidad, dos días antes había escrito sobre lo mismo.
Estamos completamente de acuerdo: dar limosna es peor remedio que la enfermedad ... aunque hay ocasiones que lo ameritan.
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