Ode to my Family

Provengo de una familia numerosa, como la mayoría de las familias tradicionales de esta región, desde muy chiquita y a pesar de la distancia, he sido muy apegada a mi familia materna, que estuvo compuesta por mis abuelos, sus 15 hijos y 44 primos de diversas edades, hoy mi primo mayor tiene 45 años y la menor tiene apenas 4, los demás estamos en ese rango.

Cuando vivíamos en Bogotá veníamos de vacaciones y entonces la casa de mi abuela se convertía en un campamento, y cocinábamos en ollas gigantes grandes cantidades de comida, porque en esas épocas casi todos almorzábamos dónde la abuela, incluso aquellos que vivían aquí y no estaban de paseo, eran semanas de dicha interminable, que yo particularmente disfrutaba, pues estaba muy acostumbrada a estar sola con mi papá en la capital y me parecía divertidísimo tener a mis primos disponibles las 24 horas del día para jugar como locos por toda la casa!!!!.

Este fin de semana, fue el fin de semana de la familia Arenas, estuvimos reunidos en un hotel eco-turístico a unos pocos minutos de Armenia (en este departamento todo queda a unos pocos minutos de Armenia), hicimos competencias de encostalados, carreras de huevo, partidos de fútbol y hasta un reinado, y volví a sentirme como de 10 años, corriendo como loca con mis primos en ese sitio recordé los mejores años de mi infancia.

Creo que no hay nada como la familia, a pesar de que en todas se presentan dificultades y problemas, y supongo que entre más gente más se complica la cosa, pero igual disfruto un montón de su compañía, logramos reunirnos 85 personas e hicieron falta unas cuantas más.

Una experiencia motivante y renovadora, que me hizo sentir feliz de estar viviendo ahora en esta tierrita, a pesar de lo mucho que extraño mi querida Bogotá, este fin de semana recordé que hay una cosa que le falta y es determinante: mi familia.